jueves, diciembre 22, 2005

Mírale a los ojos



Hoy me quedo con una frase de los inocentes labios de un crío pronunciada que, mientras yo sentado en un parque de Granada, pluma y libro en mano, delante mía cruzaba:

"Papá, ¿tú crees que alguien se atrevería delante de un toro sin pincharle...?"

¡Cuan bravo llega a ser el hombre con sus "artes"!

lunes, diciembre 19, 2005

Cogiendo telarañas


Ultimamente tengo el blog un poquillo descuidado. La verdad es que deambulo mucho menos por los senderos de internet. De todas formas quiero dar constancia con este post que seguiré haciendo acto de presencia en mi rinconcillo. Ahora estoy algo agobiado por ciertas cosas; trabajo, exámenes (aunque siempre se estudia menos de lo que se dice, pero te ocupan igual la cabeza de una forma u otra) y algunas preocupaciones, que todos tenemos las nuestras... ¿o no? En fin, que no me centro y menos pa escribir aquí algo que no sea machacaros con lo que hago a diario.

A todos los que me habéis seguido hasta aquí en este recorrido de palabras, pues gracias, ¿no?. Lo que se suele decir. A los que le parezca este rincón un comedero de coco o algo por el estilo, pues bueno, no es mi intención... pero yo no obligo a nadie a que lea mis chorradas. De todas formas todo el mundo es libre de opinar lo que quiera, y deducir las intenciones que quieran deducir (que se den por aludidos quienes gusten). Y tanto a los primeros como a los segundos os digo que seguiré escribiendo más cosillas cuando me vea inspirado y desahogado (Awen el bardo, ¡no desesperes colega!, jejeje). Y ahora os dejo con otra pequeña fábula del amigo Gibrán:

LA SOMBRA

Cíerto día de junio el pasto dijo a la sombra del olmo: "Te mueves tan seguido de derecha a izquierda que no me dejas en paz".
Y la sombra contestó: "Yo no, mira ese cielo. Verás un árbol que se mueve con el viento de Este a Oeste, entre el sol y la tierra".
Y el pasto miró hacia arriba y por primera vez vio al árbol. Y se dijo en su corazón: "¿Por qué existe un pasto más alto que yo?"
Y luego se calló.

El vagabundo